sábado, 31 de mayo de 2014

Le pasó a ella, me pasó a mi... y seguro a ti también

Tenía nueve años la primera vez que un hombre me metió la mano, me agarró el trasero. Sí, la primera vez.
No estaba con un escote ni una minifalda, vestía el buzo de colegio y estaba yendo a comprar gaseosa a la tienda de la esquina de mi casa. 
No, no me vestí para provocarlo, tampoco sabía lo que era ser sexy y aún así, un completo desconocido me tocó. Fue el mismo año que me preparaba para hacer mi primera comunión, era literalmente una niña inocente
Me siguió hasta la tienda y me volvió a rozar con el pretexto de ofrecerle unos productos a la comerciante. Estaba tan asustada que no le dije nada a la señora que era de mi confianza, tuve vergüenza, solo quería irme a casa. Quisiera decir que allí acabaría mi pesadilla.

Celebrando mi 1era comunión
El sujeto me siguió, nunca antes me había parecido tan larga esa cuadra de la calle. Entré a casa y pensé que no lo vería nunca más. No les quise decir nada a mis padres porque tenía vergüenza, yo había insistido en tomar Coca Cola para el almuerzo, así que quizás yo tenía la culpa. 
Pero no pude ocultar el susto de mi rostro, mi mamá me vio y supo que algo me había pasado. Entre llanto le dije con mi voz de niña: "Un señor me agarró mi poto". 


Mi padre salió corriendo de la casa a buscarlo. Como si fuera un milagro apareció un patrullero y junto a los policías buscamos a mi agresor. Cuadras más allá lo vi, lo señalé e inmediatamente fui testigo de la ira de mi padre en su máxima expresión. Lo golpeó tanto que los policías tuvieron que intervenir antes que lo mate. Esa fue la primera vez que entré a una comisaría... el sujeto pasó frente a mi sangrando y llorando, la viveza se le había borrado del rostro.

Lamentablemente esta no fue la única experiencia en la que fui víctima de un enfermo sexual. Después de ello he tenido que soportar a un mañoso en gamarra a los 13 años, un hombre mostrándome su pene en un parque cercano a mi colegio, un enfermo queriendo levantarme la falda del uniforme cuando me quedé dormida en el micro y otras situaciones incomodas a lo largo de años. 

Esto sin contar las miradas a mi cuerpo y los silbidos cuando voy por la calle, además de los asquerosos que acercan su rostro al mio para decirme alguna grosería. Me ha pasado inclusive estando a escasos minutos de salir en un enlace en vivo.

¿Y todo por qué? Porque soy mujer. Porque en mi país el acoso callejero es clasificado como un chiste, porque creen que un piropo es una gracia digna de un galán, porque si denuncio me van a decir amargada, exagerada y que yo lo provoqué. Tampoco faltará el que diga "Qué más quiere, le están levantando el ego".

Mi relato es uno de los tantos que podría contarte cualquier mujer. No es una exageración, es nuestra triste realidad que lamentablemente no tiene cuando cambiar.

3 comentarios:

  1. "la viveza se le había borrado del rostro"
    Muy buen post ! Soy estudiante de periodismo y creo que los temas que tengo en mi blog y el tuyo tienen el mismo filo. Dale una visita y un consejo si puedes !
    http://demasiadohardcore.blogspot.com/

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  2. Gracias por tu testimonio, es como tú dices: es el relato de cualquier mujer, basta con preguntarles. Mi primer piropo, por ejemplo, vino a los 11 años, con mi padre al lado mío, pero él no se dio cuenta y como tú dices, la vergüenza me hizo quedar muda por el resto del camino.

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  3. Hola. Es cierto lo que dices. He confrontado mas de una vez a mis compañeros de trabajo por esas actitudes cumas. Y es curioso como es aceptada como normal especialmente por hombres en sus cuarenta cincuenta, con poco, o nada, de estudios. Me gusta creer que en mi generacion (30s) eso pasa menos.

    Como dato aparte, siendo niño de 11 tambien me agarró el poto un viejo pedofilo y asqueroso: creo que mas que tener que ver con abuso a la mujer, es un tema cultural de abuso alque es visto como mas debil. Y obvio, niño y todo me quede callado.

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