lunes, 28 de marzo de 2016

No es lo mismo ser que estar

¿No es churro?
Recuerda tus momentos intensos relacionados al amor: La primera vez que te ilusionaste, cuando te decepcionaron o sufriste una separación. Para todos esos capítulos de vida yo tengo música y todas esas melodías están firmadas por Alejandro Sanz.

La primera vez que fui a uno de sus conciertos tenía 15 años. Había acabado con éxito el colegio y mi hermana me regaló la entrada a modo de recompensa. De ese día tengo grabada en la memoria la emoción de respirar el mismo aire del cantautor de "La Fuerza del Corazón", canción que en ese entonces era el himno de mi adolescencia.

Con el tiempo cada una de sus letras parecían escritas para describir episodios de mi vida amorosa. Las sentía tan propias y perfectas que me fui enamorando perdidamente de su talento para cantar lo que yo no podía ni siquiera decir.

Por ello, cuando me informaron que iría a entrevistarlo a Buenos Aires mi reacción no podía ser calma. Sufrí un shock emocional que me hizo estallar en llanto en la móvil del canal.  Mi equipo atónito miraba a esta mujer convertida en una chiquilla fanática y sentimental.



Aunque sentí inicialmente alegría, luego tuve miedo. ¿Qué pasa si me quedo muda? ¿Y si lloro delante de él? ¿Me desmayaré? ¿Si le digo una pavada? Ninguna de esas alternativas eran válidas para ser emitidas en televisión nacional. Me tracé la meta de ser completamente profesional en la entrevista y me preparé para ello.

Leí mucho, busque datos pocos conocidos, revise entrevistas en otros países y fui armando mis preguntas. Llegué a Argentina con mil interrogantes, me pasé toda una noche depurando información y ensayando nuestro encuentro imaginario que solo duraría 10 minutos.

Me permitieron ingresar a su prueba de sonido y, sin que me diera cuenta, Alejandro ya estaba en el escenario, a menos de cinco metros de mi asiento. Entré en el papel de reportera y bloqueé mi corazón.

Prueba de sonido en el GEBA - Argentina
A los pocos minutos nos brindó la entrevista y es como si un robot, con faldita y micro en mano, hubiera entrado a ese camerino. No recuerdo haberle visto con detalle el rostro, no sé como olía, no supe que me abrazó y que reímos juntos hasta que vi la grabación.

Me concentré tanto en ser correcta como profesional que desarrolle la entrevista como con cualquier otro personaje: Dinámica, ágil y con las preguntas justas para hacer un reportaje interesante. Diez minutos fueron insuficientes para conversar con un artista que puede responder sobre el amor, la sociedad, la política y hasta sobre el fútbol. Todo acabó y tímidamente le pedí una foto, no dije nada más.

Entrevista para Domingo Al Día
Salí triste, descontenta y hasta frustrada porque había interpretado a un personaje, a una periodista serena y relajada cuando en realidad soy su fanática loca y enamorada. Si me emocionaba con ese primer abrazo quizás me habría perdido en la conversación, repitiendo el momento una y otra vez... en ese confuso estado hasta podría haberle preguntado por la comida peruana. Pero usé el cerebro y no el corazón.

Si iba como admiradora, no habría saltado sobre él ni nada parecido. Habría tomado sus manos, lo miraría fijamente y le diría "Gracias. Mil gracias por ponerle música a mi vida, por haberme acompañado cuando estaba sola, por ser la voz de mis momentos más emotivos pero también felices"

En modo zombie peinada

Sin embargo, doy gracias a la vida por haberlo conocido. Fuera de mi modo zombie, pude ver que es el artista humilde, sincero y amable que todos describen. Un ser humano, además de talentoso, con los pies bien puestos sobre la tierra que en cada concierto se entrega por completo.

No es lo mismo ser que estar, no me queda duda.

PD: Un agradecimiento infinito a mi camarógrafo y amigo, Anthony "El Toni" Cordero, quien me apoyó durante toda esta experiencia. También a las bellas hermanas Marisol y Milagros Martinez de "All Acces", se portaron de maravilla conmigo durante el viaje.

Aquí la nota que salió al aire...


miércoles, 1 de octubre de 2014

¡Todos para uno y uno para todos!

Mi 1er equipo de América Tv

Hoy, 1 de Octubre es el día del periodista peruano. De seguro muchos reporteros ya recibieron saludos y regalos, quizás más tarde tendrán una cena especial. Hoy los saludo a ellos pero también quiero reconocer a quienes hacen posible que nuestro trabajo salga tal como lo queremos: el equipo periodístico.

¡Qué sería de nosotros sin nuestro camarógrafo, chofer, técnicos y editor! Si uno falla, fallamos todos y si uno triunfa, los demás también.

El "papi" Riquelme
Empecemos por el chofer... él no solo se limita a manejar el auto, es una especie de asistente mil oficios. Primero busca la ruta más rápida y nos deja en el lugar más cercano a la noticia para luego convertirse en pieza clave al momento de cubrir una nota.

Entre tantos buenos amigos puedo mencionar a mi estimado Valeriano Riquelme, más conocido como «el Papi». Él podría haberse quedado en su camioneta durante el rescate de los mineros en Ica pero decidió cuidarme las espaldas todo el tiempo... cada vez que resbalaba en esa tierra muerta siempre estaba su mano disponible para ayudarme, nunca dejaré de agradecérselo.  
Compañero de trabajo y amigo

Ni que decir del equipo técnico que la lucha tanto como el reportero para sacar un buen enlace en vivo. Ellos también se ahogaron con las bombas lacrimógenas en La Parada pero tuvieron la fuerza para darme agua, alejar a los que nos querían agredir y aún así mantener la señal en alto para continuar con la transmisión.

El camarógrafo es nuestro aliado principal, con él nos comunicamos sin decir una palabra, con una sola mirada ya sabe que necesitamos, además su cuota de experiencia y creatividad determina la calidad de nuestro trabajo audiovisual. Sin contar que ellos son quienes muchas veces se enfrentan más al peligro que el reportero, sin sus imágenes (o fotos) nuestras notas no serían nada.
Equipo herido en comisión
El team Domingo al Día

Finalmente el editor une nuestro trabajo y convierte todo en el producto deseado. No simplemente pega imágenes sino que le da su toque, con música o efectos, para que la nota logre su cometido. Inclusive tiene que hacer malabares cuando no tenemos alguna toma importante, él como sea salva el reportaje.

Obviamente siempre hay peleas en los equipos y uno que otro que no colabora como quisiéramos pero la mayoría siempre busca tener el mejor material sin importar la adversidad. 

Con ellos reímos, renegamos, rajamos y hasta nos molestamos, pero siempre los necesitamos. Feliz día amigos, ¡feliz día equipo!
Siempre hay momento para reír

sábado, 31 de mayo de 2014

Le pasó a ella, me pasó a mi... y seguro a ti también

Tenía nueve años la primera vez que un hombre me metió la mano, me agarró el trasero. Sí, la primera vez.
No estaba con un escote ni una minifalda, vestía el buzo de colegio y estaba yendo a comprar gaseosa a la tienda de la esquina de mi casa. 
No, no me vestí para provocarlo, tampoco sabía lo que era ser sexy y aún así, un completo desconocido me tocó. Fue el mismo año que me preparaba para hacer mi primera comunión, era literalmente una niña inocente
Me siguió hasta la tienda y me volvió a rozar con el pretexto de ofrecerle unos productos a la comerciante. Estaba tan asustada que no le dije nada a la señora que era de mi confianza, tuve vergüenza, solo quería irme a casa. Quisiera decir que allí acabaría mi pesadilla.

Celebrando mi 1era comunión
El sujeto me siguió, nunca antes me había parecido tan larga esa cuadra de la calle. Entré a casa y pensé que no lo vería nunca más. No les quise decir nada a mis padres porque tenía vergüenza, yo había insistido en tomar Coca Cola para el almuerzo, así que quizás yo tenía la culpa. 
Pero no pude ocultar el susto de mi rostro, mi mamá me vio y supo que algo me había pasado. Entre llanto le dije con mi voz de niña: "Un señor me agarró mi poto". 


Mi padre salió corriendo de la casa a buscarlo. Como si fuera un milagro apareció un patrullero y junto a los policías buscamos a mi agresor. Cuadras más allá lo vi, lo señalé e inmediatamente fui testigo de la ira de mi padre en su máxima expresión. Lo golpeó tanto que los policías tuvieron que intervenir antes que lo mate. Esa fue la primera vez que entré a una comisaría... el sujeto pasó frente a mi sangrando y llorando, la viveza se le había borrado del rostro.

Lamentablemente esta no fue la única experiencia en la que fui víctima de un enfermo sexual. Después de ello he tenido que soportar a un mañoso en gamarra a los 13 años, un hombre mostrándome su pene en un parque cercano a mi colegio, un enfermo queriendo levantarme la falda del uniforme cuando me quedé dormida en el micro y otras situaciones incomodas a lo largo de años. 

Esto sin contar las miradas a mi cuerpo y los silbidos cuando voy por la calle, además de los asquerosos que acercan su rostro al mio para decirme alguna grosería. Me ha pasado inclusive estando a escasos minutos de salir en un enlace en vivo.

¿Y todo por qué? Porque soy mujer. Porque en mi país el acoso callejero es clasificado como un chiste, porque creen que un piropo es una gracia digna de un galán, porque si denuncio me van a decir amargada, exagerada y que yo lo provoqué. Tampoco faltará el que diga "Qué más quiere, le están levantando el ego".

Mi relato es uno de los tantos que podría contarte cualquier mujer. No es una exageración, es nuestra triste realidad que lamentablemente no tiene cuando cambiar.

martes, 27 de mayo de 2014

Un día como paisana

Leyendo las noticias, encontré una que llamó mi atención. Se trataba de un periodista mexicano que paseó por los lugares más exclusivos del D.F. vestido de "Huichol", una especie de indígena. El resultado fue un artículo que relata una serie de rechazos y burlas, dejando en evidencia el nivel de racismo en ese país.

Yo decidí hacer lo mismo pero para televisión. Me vestí como una paisana, cambie mi peinado, me quité el maquillaje y practiqué una actitud algo tímida. Con una cámara oculta en el pecho y otra siguiéndome de cerca, recorrí los lugares más "pitucos" de Lima. El resultado de mi experimento social no fue lo que esperaba.


Paisana por un día
Empecé mi día visitando el parque Kennedy en Miraflores. Para mi sorpresa allí nadie me miró, ni por casualidad alguien se me acercó o me dijo algo. Camine sin ningún tipo de perturbación, inclusive me sentí más libre que cuando camino en tacos y ropa "normal" por así decirlo.

Pensé entonces que debía ir a un sitio un poco más exclusivo. Así llegué a Larcomar, también en Miraflores. Compre una empanada de jamón y queso en un puesto ambulante y recorrí todo el centro comercial. 

Los agentes de seguridad alertaron de mi presencia a sus otros compañeros a través de sus radios pero ninguno se me acercó. Ingresé a varias tiendas, entre ellas a Nine West, donde me probé unos costosos zapatos con la ayuda de una gentil señorita. Realmente esperaba miedo, desprecio pero no cordialidad.

Sentía que estaba fallado. La gente me miraba solo por algunos momentos, un niño al verme gritó: "¡Mamá mira una mamacha!" pero ella rápidamente lo reprendió por señalarme. ¿Los limeños habían cambiado y ya no eran racistas? No lo creía.


No me iba a dar por vencida
Entonces decidí visitar restaurantes... nuevamente me encontraría mejor atendida que cuando voy con un micrófono en mano. En Madam Tusan no solo me ubicaron en una buena mesa, sino que me explicaron pacientemente cada plato del menú cuando se los pedí. Solo en ese lugar sentí miedo de ser descubierta pues el colega Marco Sifuentes celebraba su cumpleaños allí con un grupo de amigos, en los que estaba un compañero de mi esposo que de seguro podría reconocerme. 

En La Bodega Trattoria me armaron un menú para los pocos 20 soles que dije tener y en Pappas de El Polo me regalaron un cupón de 50% para que pueda comer allí. La misma historia se repetiría en otros locales más.

Fracasé en mi intento de demostrar el racismo en nuestra ciudad. ¿Cómo podía mostrar en televisión nacional que no había sido víctima de discriminación si todos los días vemos denuncias reales al respecto?

Algunos me dijeron que debí ir a lugares más "comunes" pero también lo hice y recibí el mismo trato normal, salvo las miradas extrañadas de siempre. Mis compañeros me dijeron que faltó ensuciarme, que mi ropa parecía nueva y que mi cara no ayudaba mucho. O sea, querían que sea una versión de la paisana Jacinta, el terrible estereotipo de la mujer andina sucia e ignorante.

No pude continuar con el experimento más tiempo pues tenía otras notas pendientes, sin contar que no estaba obteniendo resultados, lo que en TV significa perder el tiempo. 

Sigo sin creer que no exista racismo en el país. Sospecho que algunos han sido "adiestrados" para ser amables con personas distintas a ellos pero en el interior de su mente llevan los prejuicios que solo expresan cuando están detrás de una computadora, donde el anonimato les da la valentía para ofender y discriminar sin reparo. 

*Actualización 1
Han hecho varios comentarios y preguntas sobre la nota. Al respecto aclaro: La nota no fue emitida en TV porque no tenía suficiente material audiovisual. La cámara oculta falló varias veces y no tenía imágenes nítidas, solo algunos audios. La cámara que me grababa de lejos solo tenía tomas de mi ingreso a los locales, no podía seguirme a todos lados sino sería evidente.
Habría sido irresponsable emitir la nota en TV sin tener el material suficiente pues el experimento se realizó solo en un día... bien dice en mi post, no tuve el tiempo suficiente.

*Actualización 2
Decidimos continuar con el experimento y tratar de rescatar las pocas imágenes que teníamos para completar la nota. Esta fue finalmente emitida en "Domingo al Día"... Pueden ver el vídeo haciendo click AQUI


martes, 8 de octubre de 2013

El niño que buscaba el ojo de un muerto

Todos los días los noticieros empiezan su primer bloque con una nota sangrienta. Algunos muestran la mayor cantidad de sangre posible, otros la disimulan poniendo la imagen en blanco y negro, mientras que pocos ocultan con mosaicos los cadáveres. Y es que, la sección policial siempre es la más vista o la más leída.

Un día tuve que ir a cubrir una de estas noticias, que lamentablemente nunca faltan. La policía había encontrado el cadáver de un hombre en el río Rímac, en el Callao.

Al llegar a la escena, lo lógico es encontrar a la unidad de rescate de la policía, a los peritos de criminalística, al fiscal de turno que certifica lo sucedido y a otros colegas periodistas. Pero hay otro grupo de personas que nunca faltan: Los curiosos.


Preguntando a los testigos por lo sucedido, note la presencia de unos niños muy entusiastas por contarme lo que habían visto. El más risueño de ellos se me acercó y dijo:

- "Señorita, el muerto esta desde la madrugada allí en el agua, pero ha venido una rata o una paloma y se ha comido su ojo. Hemos encontrado una partecita del otro ojo por allá, venga y le enseño"



¿Curioso verdad? Por desgracia, esa no fue la primera vez que vi a un niño entretenido frente a un cadáver al cual no estaba relacionado. Y es que sus propios padres los llevan y se quedan varios minutos con ellos viendo al fallecido en plena calle, como si estuvieran apreciando un show artístico.

Para muestra un botón. 
En este enlace que hice para RPP Noticias sobre un joven que fue atropellado, vean cuánta gente está parada con total normalidad frente al cuerpo inerte que además tenía la cabeza reventada. Algunos inclusive aparecen riéndose. 
(Perdonen que el vídeo no tenga el mosaico respectivo, podría dañar susceptibilidades)



He tenido el valor de decirle a esas madres que saquen a sus hijos de allí y varias han preferido ignorarme e irse más allá para seguir viendo. Otras, tuercen la boca y se van.

Como ven, si hay sangre y muertos en cada noticiero o en los diarios, es porque lamentablemente miles de personas disfrutan viendo una tragedia ajena y los medio de comunicación lo saben muy bien.

Hay que entenderlo, la muerte de alguien siempre será noticia pero es usted quien decide como asimilar la información, además siempre hay la opción de cambiar de canal, apagar la tele o voltear la página.


martes, 1 de octubre de 2013

"Estudia periodismo", será divertido decían...

Ser periodista no es cosa fácil, además no es solo una profesión, es un estilo de vida, es una pasión. Pero es verdad también que este no atraviesa su mejor momento y que la inmediatez ha causado serios daños a la calidad de los trabajos periodísticos. Tenemos que admitirlo.
Por ello, nos llueve críticas todo el tiempo y los que más hablan son los que menos conocen lo que pasamos para llevarles la información. Aquí les paso a relatar algo de nuestro día a día y así se enteran...




Los entrevistados. Para conversar con alguien, los periodistas muchas veces tenemos que esperar por horas fuera de una casa, una comisaria o alguna institución a la espera que llegue el personaje, que si quiere, nos da la información o una declaración, sino, la espera fue en vano. Y no, no esperamos sentados en un cómodo lugar, esperamos sentados en la calle, con un frió penetrante o el calor infernal del verano.

Los lugares. Cubrir un incendio es arriesgado. No solo te expones a que te caiga algo encima, sino que te puedes mojar, tropezar o pisar un vidrio. Y si allí no te pasó nada, llegas a casa oliendo a humo, con tu cabello y cada una de tus prendas impregnadas con ese olor a quemado que solo se pasa después de varias lavadas.

Lo mismo sucede yendo al terminal pesquero o a un operativo de comida no saludable. Aunque no lo crean, el mal olor se queda en los zapatos y los arruina por completo.

Los enlaces en vivo. Transmitir en vivo para radio o televisión es una locura. Ustedes solo ven o escuchan al reportero, pero detrás hay decenas de personas diciéndole al mismo tiempo qué hacer. Con una oreja escuchas atento al conductor en el estudio a la espera que te de el pase, con la otra escuchas las indicaciones de los técnicos, en tu cabeza debes memorizar lo que vas a decir y cómo sea debes estar observando al mismo tiempo lo que esta sucediendo para que informes al respecto.

Las preguntas. ¡Cuántas veces critican las preguntas de los periodistas!
Cuando hay un accidente vehicular, es evidente lo sucedido: se chocaron dos autos. Pero, si un reportero pregunta "¿Cómo sucedió?" es para tener los detalles de ese hecho, para que el mismo protagonista de la noticia lo cuente con sus propias palabras, así sea obvio. Claro, preguntarle al herido "¿Le duele?" no es algo justificado.

Lo mismo pasa con las clásicas preguntas a los delincuentes "¿Por qué lo hiciste?" y ¿"Te arrepientes?"... El objetivo es escuchar de su boca cuan desalmada puede ser esa persona o si se trata de alguien que simplemente se equivocó.

Las agresiones. Botellas, manotazos y patadones. No es novedad ver que golpeen a un reportero, a un camarógrafo o a un fotógrafo, lamentablemente algunos han perdido total respeto por nuestro trabajo y antes de usar las palabras recurren a los golpes.

Curiosamente, quienes tienden a tener este tipo de actitudes son los allegados a las autoridades más altas del país. Los guardaespaldas no tiene límites a la hora de "protegerlos" de una incómoda pregunta y son capaces de empujarte sin ningún reparo o ponerle el codo o la mano en el pecho de las periodistas mujeres para alejarlas.

Incluso a veces, sin intención, nos hacemos daño entre nosotros mismos cuando nos amontonamos detrás de un personaje para entrevistarlo. Son gajes del oficio que se olvidan pidiendo disculpas en el momento.

El horario. El periodista que nunca haya trabajado más de 8 horas, debe ser de Marte. Es común quedarse más horas de lo estipulado, a veces por obligación y otras por amor al trabajo, porque no quieres abandonar una nota en la que has trabajado todo el día. Así es imposible llegar a una cita romántica o a una reunión amical a tiempo.

Además, no tenemos feriados ni el llamado "horario de verano"...y ni qué decir de las fechas festivas, se trabaja en Navidad, Año Nuevo y hasta en tu cumpleaños sin chistar.

Los beneficios. Vives haciendo lo que amas. Se sufre en la calle, pero no hay nada mejor que trabajar en algo que te apasiona. Además, tenemos todos los días la oportunidad de ayudar a alguien, que si no saliera en las noticias, quizás nunca podría solucionar sus problemas. 

A todo esto se le suma los grandes amigos que haces en el trabajo. Aunque somos competencia laboralmente, entre los colegas siempre encontraras una mano amiga, que estará allí para ayudarte en las situaciones más complicadas.

Y es que como dijo Ryszard Kapuscinski, "para ser un buen periodista, hay que ser una buena persona".

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Un adiós inesperado

Martes 18 de junio, 10:00 am aproximadamente. Suena mi teléfono mientras estaba cubriendo una protesta en la plaza San Martín.

- Hola Dayhanna, por favor acercarte a la oficina de RRHH, tienes que firmar unos papeles.
- Pero... estoy de comisión, ¿es urgente?
- No te preocupes, cuando llegues al edificio, vienes nomás.
- Ok, gracias, nos vemos.
- Hasta luego.

En ese momento supe que había perdido el trabajo donde estuve 2 años y medio. Los rumores de un despido masivo venían de semanas anteriores y esa mañana ya se sabía que dos de los jefes habían sido despedidos.

Mientras mis compañeros me animaban y me decían que todo estaría bien, tenía una sensación extraña. No sentía pena ni angustia, estaba tranquila y hasta cierto punto aliviada porque necesitaba un descanso. Lo que en ese momento no sabía es que la crisis emotiva vendría después.


http://www.bifurcaciones.cl/2013/01/iturra-movilidad-cotidiana-metro/tunel-de-salida-metro-parque-bustamante8/


Al día siguiente dormí más de 8 horas después de varios años, me desperté y estaba sola en casa. Prendí la computadora y leí los diversos mensajes que me habían llegado lamentando lo que había pasado, algunos eran sinceros, otros solo querían el chisme completo.

En ese momento de soledad recién asimilé que estaba desempleada. Nunca antes me habían despedido, tenía encima un crédito hipotecario y planes de boda... ¿Qué pasó? ¿Por qué yo? ¿Ahora qué hago? No supe responder a ninguna duda y solo seguía haciéndome preguntas.

Aunque gracias a Dios conseguí trabajo dos días después, el impacto de ser despedida no se iba. Creo que pase por las cinco etapas de duelo para recién entenderlo y superarlo.

Negación: "Seguro me han llamado para reafirmar su confianza en mi. No creo que pase nada malo. Quizás lo reconsideren."

Ira: "Ellos se lo pierden. Siempre supe que ese era un desgraciado. Ojalá se vayan a la quiebra."

Negociación: "Bueno, necesitaba un descanso, pero igual adoro trabajar."

Dolor Emocional: Esta fue la etapa más dura. No puedo citar mis palabras porque no tuve ninguna, vi en silencio como una parte de mi vida se quedó encerrada en ese edificio. 
No tuve fotos de despedida con mis compañeros. Los que juraban ser mis amigos se olvidaron por completo de mí tras mi salida, y algunos hasta aplaudieron que varios nos hayamos quedado sin trabajo. 
Las fiestas patrias fueron lo más deprimente. En esas fechas, la adrenalina de una cobertura periodística es lo mejor para una "workaholic" como yo, además todos nos vestimos de gala y esperamos exponer nuestro mejor trabajo... Pero ese 28 y 29 de Julio fue diferente para mí, después de 6 años no participaba como periodista en ninguna actividad oficial y solo me quedaba ver a mis amigos por televisión. Me dolió y mucho.

Aceptación: La etapa esta en proceso aún. He entendido que mi salida de ese trabajo fue una prueba y una oportunidad para descubrir nuevos talentos en mí y así desarrollarme en otras áreas del periodismo, aunque amo ser reportera.

Aprendí muchísimo en esa empresa y estoy agradecida con algunos por darme la oportunidad. En esos casi tres años conocí a personas realmente valiosas, algunos periodistas increíblemente talentosos, dispuestos a compartir sus conocimientos con una sencillez difícil de encontrar. 

Hoy los miro, los escucho y los leo en la web con una sonrisa, porque sé que aún hay personas allí que siguen dando todo de ellos para mantener en lo alto la que alguna vez fue nuestra casa... una casa que, aunque ajena, siempre será parte de mi.